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Nadie puede gozar de las bendiciones de Dios ni ir al cielo sin ser salvo. Jesús le dijo a Nicodemo en Juan 3:7, “Os es necesario nacer de nuevo”. En su Palabra Dios nos describe el único plan de salvación. El plan es sencillo. Tú puedes ser salvo hoy. En primer lugar, debes reconocer que eres pecador“No hay justo, ni aun uno”, (Romanos 3:10) “No hay diferencia, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:22-23)

No puedes ser salvo a menos que reconozcas que eres pecador. Por cuanto eres pecador, estás condenado a la muerte. “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Esto significa separación de Dios, en el infierno por siempre. Sin embargo, Dios te amó de tal manera que dio a su Hijo unigénito, Jesucristo, como tu sustituto. Jesucristo cargó con tu pecado y murió en tu lugar.

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21). “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por su herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24).

Una vez un carcelero les preguntó a Pablo y a Silas: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”. Ellos respondieron: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa”(Hechos 16:31) Simplemente cree en que Él cargó con tu pecado, murió en tu lugar, fue sepultado y resucitó para justificación. Luego invócalo. “Porque cualquiera que invocare el nombre del Señor será salvo” (Romanos 10:13).

Tú eres un pecador y seguramente estás arrepentido. Ahora mismo, dondequiera que estés, eleva una oración a Dios. No tiene que ser una oración extensa o en voz alta, ya que Dios está ansioso de salvarte. Sólo tienes que decir: “Oh, Dios, soy un pecador. Perdóname, estoy arrepentido, ten misericordia de mí y sálvame en el nombre de Jesús”. Ahora sólo cree en su Palabra. “Porque cualquiera que invocare el nombre del Señor será salvo” (Romanos 10:13).

El plan de salvación es sencillo: tú eres un pecador, y por serlo debes morir o creer en Jesús como tu sustituto, quien murió en tu lugar, fue sepultado y resucitó de entre los muertos. Invoca el nombre de Dios, reconócete pecador y pídele tenga misericordia de ti y te salve en el nombre de Jesús. Entonces cree en su Palabra y declárate salvo por fe.

Seguramente dirás que esto no es todo para ser salvo, pero si lo es; eso es absolutamente todo. Gracias a Dios muchos han confiado en Cristo a través de este sencillo plan. Esto está escrito. Es el plan de Dios. Créelo y síguelo. Ahora es el tiempo de hacerlo, hoy es el día de salvación. “Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de salvación” (2 Corintios 6:2) “No te jactes del día de mañana; porque no sabes que dará de sí el día” (Proverbios 27:1).

Si no has comprendido, lee estas palabras varias veces hasta que logres comprenderlas. No lo deseches hasta que lo entiendas. Tu alma vale más que todos los tesoros del mundo. “¿Pues de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder el alma? ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma?.” (Marcos 8:36-37). Sobre todas las cosas asegúrate de ser salvo. Si pierdes tu alma también perderás el cielo, lo perderás todo. Que Dios te ayude y te bendiga!.


PASTOR GENERAL:. Hno. Orlando Monroy

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miércoles, 6 de abril de 2016

EL PODER DE LA ORACION


Pregunta: "¿Qué es el poder de la oración?"

Respuesta: 
La idea del poder inherente en la oración es muy popular. De acuerdo a la Biblia, el poder de la oración es, simplemente, el poder de Dios, quien escucha y responde a nuestras oraciones. Considere lo siguiente:

1) El Señor Dios Todopoderoso puede todo; no hay nada imposible para Él (Lucas 1:37).

2) El Señor Dios Todopoderoso invita a su pueblo a hablarle en oración. La oración a Dios debe ser ofrecida persistentemente (Lucas 18:1), con acción de gracias (Filipenses 4:6), con fe (Santiago 1:5), dentro de la voluntad de Dios (Mateo 6:10), para la gloria de Dios (Juan 14:13-14), y con un corazón recto delante de Dios (Santiago 5:16).

3) El Señor Dios Todopoderoso escucha las oraciones de sus hijos. Él nos manda a orar, y nos promete escuchar cuando lo hacemos. “En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos. (Salmo 18:6).

4) El Señor Dios Todopoderoso responde a las oraciones. “Yo te he invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios; Inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.” (Salmo 17:6). “Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias.” (Salmo 34:17).

Otra idea popular es que la cantidad de fe que tenemos determina si Dios contesta o no contesta nuestras oraciones. Sin embargo, el Señor responde a veces a las oraciones a pesar de nuestra falta de fe. En Hechos 12, la Iglesia ora por la liberación de Pedro de la cárcel (v. 5), y Dios contesta su oración (v. 7-11). Pedro se acerca al lugar de la reunión de oración y toca la puerta, pero al principio, los que están orando rehúsan creer que es Pedro en verdad. Ellos oraron por su libertad, pero fallaron esperar una respuesta a sus oraciones.

El poder de la oración no fluye de nosotros—no son las palabras especiales que decimos o la manera especial de expresarlas, ni siquiera la frecuencia de ofrecerlas. El poder de la oración no se basa en la dirección hacia la cual nos inclinamos o en cierta postura del cuerpo. El poder de la oración no proviene del uso de artefactos o iconos o velas o prendas. El poder de la oración se basa en Quien escucha y contesta nuestra oración. La oración nos pone en contacto con el Dios Todopoderoso, y debemos esperar poderosos resultados, si Él escoge conceder nuestras peticiones o no, si deniega nuestra solicitud, o nos pide que esperemos en Él. Cualquiera que sea la respuesta a nuestras oraciones, el Dios a quien oramos es la fuente de todo poder, y Él puede respondernos y lo hará, de acuerdo a su voluntad y horario perfecto.
Pastor:. Orlando Monroy

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